Tengo la suerte de haber descubierto los mandalas.
No voy a hablaros de dónde provienen ni de su historia, porque esa información se encuentra facilmente.
Me gustaría hablaros de mi experiencia.
Para mí, colorear un mandala supone un ejercicio de concentración, paciencia y atención, que calma y aquieta la mente.
Los colores, las formas, concentrarse en el dibujo, dejar que los pensamientos pasen y no se instalen. Realmente es un ejercicio de paciencia.
Os invito a que probéis esta experiencia.
Como todo, hay a gente que le ayudan y a otros no. Sólo lo sabrás si pruebas a colorear alguno.
Gracias.
Patricia.
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