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Bienvenid@s a mi Blog. En él voy a hablar de niños, de psicología y salud, así como de impresiones personales y opiniones que deseo compartir.


También quiero hacer listas de recursos a los que todos podais acudir en busca de información. Pondré vídeos, enlaces, documentos...


¿Por qué voy a hablar sobre la infancia? La respuesta es sencilla. Creo que tenemos mucho que aprender de los niños y creo que hay demasiada información en los libros, universidades, Internet, etc... que no tiene en cuenta al niño y a sus necesidades y que no respeta su desarrollo natural. La mayoría de la información que hay se enfoca desde la perspectiva del adulto. Creo que hay que dejar al niño ser niño, aceptar y vivir el proceso del crecimiento con paciencia y apoyo incondicional. No podemos pretender que un niño se comporte como un adulto.

Por eso, pienso que los adultos somos los que muchas veces creamos problemas en los niños que en realidad no tienen.

Espero que tod@s opineis y que aprendamos juntos.

Saludos!!!

Patricia Gallardo.
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Psicóloga especialista en atención temprana.
Psicomotricista.
Educadora de masaje infantil por AEMI.
Enfermera.


martes, 18 de octubre de 2011

Biberones de “apoyo”, una reflexión

Me gustaría hacer una reflexión sobre la frecuente indicación, por parte de los profesionales sanitarios, de alimentar a los bebés con sucedáneo de leche materna. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Academia Americana de Pediatría (AAP), el Comité de Lactancia de la Asociación Española de Pediatría (AEP) recomienda:
La alimentación exclusiva al pecho durante los primeros 6 meses de la vida del niño y, continuar el amamantamiento junto con las comidas complementarias adecuadas hasta los 2 años de edad o más (a partir de ahí, tanto tiempo como madre e hijo deseen).
Por “LACTANCIA MATERNA EXCLUSIVA 6 MESES” se entiende que:
El bebé sólo toma la leche de su madre, sin ingerir absolutamente ningún otro alimento, líquido o sustancia.
En otros países de habla hispana se denomina a los biberones por su contenido (fórmula) o por su acción (complemento). En inglés se denomina “bottle” y en alemán “Flasche” aludiendo al recipiente. Pero en ninguno de estos países se le denomina “ayuda”, porque ayudar es un concepto muy amplio.
No paro de darle vueltas a la idea de que los biberones actúan de “ayuda”. Vamos al ambulatorio y nuestro bebé no aumenta religiosamente 250g a la semana y entonces necesitamos una “ayuda”, no “nos sube la leche de forma espectacular” cuando damos a luz y necesitamos una “ayuda”, el bebé pierde algo de peso en el hospital y por más que se encuentre dentro de los parámetros normales (10-12% del peso del nacimiento) hay que darle una “ayuda”…
Yo me pregunto: ¿A quién se ayuda?
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¿Se ayuda al bebé?

Creo que no, porque se le está privando de tomar más leche de su madre. Como el biberón se lo puede dar otra persona, también se le priva del contacto con su madre.
El biberón tiene más riesgo de provocar obesidad infantil, presenta mayor riesgo de sufrir intolerancias, gases, molestias digestivas… Las madres se vuelven locas comparando marcas, comprando todas las posibles del mercado: anti-cólicos, anti-regurgitación, sin lactosa, etc. Y total para nada, porque la leche materna es lo que el bebé necesita, es perfecta para nuestra especie, jamás le va a producir intolerancias, ni rechazo, ni más cólicos.
Entonces al bebé no le ayuda.
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¿Se ayuda a la madre?

Creo que tampoco, porque de base se está minando su confianza haciéndola sentir que no es capaz de amamantar total y completamente a su bebé, algo para lo que está diseñada.
Y la mamá seguramente se sienta deprimida, llore, se sienta sola, abandonada, incapaz, triste. Especialmente si las “ayudas” empiezan ya en el hospital, cuando la madre está recién parida, con las hormonas alborotadas, cansada pero con mucha energía y de pronto alguien -entiéndase “alguien de bata blanca”- le informa de que no es capaz de alimentar por sí misma a su bebé.
Por lo tanto, tampoco ayuda a la mamá, porque lo que las mamás necesitamos es sentirnos poderosas, sentir que somos capaces de alimentar a nuestros bebés. Lo que necesitamos es apoyo para conseguirlo, porque no siempre es fácil. Necesitamos creer más en nosotras mismas y con una “ayuda” no lo vamos a lograr.
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¿Se ayuda a los pediatras?

Como ya no sé a quién más pueden beneficiar estas ayudas, he pensado que quizás a los pediatras, porque entonces los niños engordarán como está previsto en las tablas. Como funciones matemáticas, todos seguirán sus propios caminitos.
Además, sabremos la cantidad exacta de lo que comen. Pero claro, no siempre es así, entonces la mamá que abandona la lactancia y aún así su bebé no sigue el caminito, o no aumenta espectacularmente de percentil: ¿qué hace? Básicamente se siente peor, tonta, deprimida y estafada…
Un problema que posiblemente se plantee más tarde, es, precisamente, las altas tasas de obesidad infantil, la lactancia artificial cuenta entre sus riesgos la obesidad a corto y largo plazo, pero en esto no piensan los pediatras cuando indican una “ayuda”.
Deberían considerar los pediatras que esa mamá (o el papá) tendrá que levantarse por la noche a preparar el biberón a calentar el agua, mezclar los polvos, medir el agua, procurar que el biberón no quede demasiado caliente, pero que no se enfríe… en lugar de, simplemente, ofrecer el pecho al bebé, para que éste se alimente de la forma que ella había elegido.
www.mamadelola.com
Deberían conocer los pediatras que lo mejor para la mamá que ha decidido amamantar sería darle más pecho a su bebé, que también para el bebé lo mejor sería tomar más pecho. 
Deberían conocer que con una lactancia materna bien establecida, incrementando las tomas si éstas -por erróneas indicaciones, básicamente- son insuficientes, y revisando la técnica y posición durante la toma, la madre tendría más leche.
No digo “mucha” (que no es intención de las mamás, habitualmente, montar una tienda y comercializar el producto “leche materna”), sino simplemente, “suficiente” para su bebé, así el bebé crecería como es debido, engordaría lo que le toca, comería cuando quisiera y durante el tiempo que quisiera, y la madre se sentiría feliz, pletórica, capaz de amamantar a ese bebé tan amado.
Llamarle “ayuda” a un añadido que no ayuda ni a madres ni bebés, produce un efecto subjetivo de aceptación por parte de la madre en un momento vulnerable, de cansancio, y en el que siente la necesidad de ser ayudada.
La especie humana está diseñada para que la hembra que acaba de parir y su bebé estén arropados por un grupo de individuos. La reciente madre necesita que este grupo la empondere, afianzando la confianza en su cuerpo y su capacidad de amamantar.
El grupo le puede ofrecer innumerables ayudas siempre, también con una lactancia materna bien establecida: hacer la comida, poner la mesa, fregar, barrer, recoger y lavar la ropa, tender, llevarle a la madre el libro o la película que le gusta…
En algunos casos sí resulta necesario administrar al bebé alimentado con leche materna, un suplemento de leche artificial.
Entre estos casos hallamos un grupo realmente minoritario -excepcional- de casos en que el bebé no está tomando suficiente leche, bien sea por una enfermedad de la madre (que ocasiona que ésta no produzca suficiente leche para su hijo) o porque no hay una buena transferencia de leche al bebé, por otras causas.
Y el otro grupo, mayoritario, en que el suplemento ha llegado a ser “necesario”, por una técnica inadecuada de lactancia, posición inadecuada, restricción de número y duración de tomas, poco apoyo, o, precisamente, uso temprano de chupetes y tetinas.
En el primer grupo, en muchos casos, será necesario continuar con el suplemento durante toda la lactancia. En el segundo, conocidos y corregidos, en su caso, los problemas que motivaron la incorporación de este suplemento, se podrá retirar.
Lo que las mamás que decidimos amamantar necesitamos es sentirnos capaces otra vez, encontrar esa fuerza primitiva que está muy dentro nuestro que nos hace capaces de cualquier cosa para que nuestra descendencia sobreviva.
Necesitamos ser un poco más primates, necesitamos contacto constante con nuestros bebés, necesitamos amamantar sin relojes, sin límite y todas las veces que el bebé y nosotras queramos. Necesitamos que se respete nuestra opinión y sobre todo que se valoren nuestros sentimientos.
Porque la lactancia es nuestra, de las madres y de los niños.
La única “ayuda” posible en mi mundo y mi manera de ver la vida, es el apoyo para las mamás y bebés lactantes.
¡Exijo más apoyo y menos química!

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